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Mostrando entradas de diciembre, 2020

los ojos

 Mismo podría irme a dormir cerrar los ojos sacarme los ojos comerme los ojos no tener puñeteros ojos

cuando ya no me duelas

 Quién voy a ser  cuando ya no me duelas y no haya huecos en tus ausencias el agua ya no vendrá con arena y los ojos llenos cuando no agache la cabeza vea la luz en el hormigón y las cuerdas deshechas en el vacío de lo que no se  puede decir caerán cristales a la fuerza pero yo pactaré las treguas qué voy a ser yo espero que comprendas cuando se extinga el susurro no te pongas la venda sin temblores quién seré yo  cuando ya no me duelas

mi soledad

 Mi soledad es como un arma  que siempre está cargada y apunta a esta lluvia crónica,  pero nunca me crecen las flores. En el centro solo hay un agujero por el que se hunden las palabras,  esas que nunca se llenan,  que se yerguen como filos bajo mis pies, me tambalean,  me retuercen en las esquinas de las  conciencias,  de todas las que he sido y seré Las palabras te anclan,  pero las mías son muy chicas,  que no me sujetan. Mi cuerpo es de silencio y por dentro siempre estoy a gritos.
 -¿Qué ocurre?  -No, nada ocurre. Quisiera volver a ser una niña. -¡Quién pudiera! Los juegos eran auténticos  -Nunca se deja de jugar, salvo... ¡ah! salvo cuando trabajas,  pero ese es otro juego -Ya estás con lo mismo -Déjale hablar -¿Es o no es lo mismo? Ya no quiero hablar, pide la cuenta -Y un café más, por favor -¿Cuándo quisiste?  -Desde que me exilié, pero ya no me acordaba de mi patria -Si te acuerdas, pero la repudias, por eso siempre serás una extranjera de ti misma -¡Y dice que quiere ser una niña!  -Puede ser una niña todavía ¿se deja de ser niña? - C'est la verité -Eres todo aquello que no dejas atrás, es importante  extirpar del todo los tumores. -Volver a la patria e izar otra bandera  -No creo en todo eso, es más, no creo en nada

este mundo

 Para qué todo esto o para qué nada si abro los ojos, es este mundo si cierro los ojos, es este mundo todo me alcanza desde debajo de  la piel  y se desintegra en polvo que  trato de recomponer como si fuera una tacita rota

compañera

Compañera,  que por las noches me asaltas, tengo un lugar seguro  a donde ir si me hace falta.    No quiero enredarme en mis imágenes,  todas ellas proyectadas  sobre un muro de pánico al que ya he subido  y he visto que puedo  con las bestias de allí abajo.     Puedo dar un paseo contigo,  calladas, de la mano, por el río,  pero tendrás que escucharme hablar  sobre el amor que rebosa en un corazón,  aunque esté herido.    Tendrás que ver que se me iluminan los ojos,  ante un café caliente en la terraza con amigos,  o cuando el desarraigo en el que habito  hace un hueco para que pueda escuchar  que mi vida no se reduce  a una noche continua contigo.    Nos encontramos cuando quieras,  ante el papel y quizás  también ante un vino.  Mi corazón es pequeño para tanto,  pero aún hay sitio para algo más  que lo vivido.