el mal amor (te odio/no me dejes)

(Imagina, por un momento, que este texto no es una recreación de una película, de un libro o de un cliché. Imagina que es 100% real, constantemente. El pasar del creer morirte, al cielo, y empezar de nuevo. De odiar a querer, del orgullo a la abnegación.)

Es una maldición que arruina todo, es una metástasis de la cordura. De repente, todo desaparece -literalmente- y sólo importa él. Él, él, él.
 Creo que me estoy muriendo, estoy casi segura de que mis órganos están fallando, algo no debe estar funcionando bien porque no me puedo levantar del suelo. No sé cuántas horas han pasado - una, dos, cinco, quizás no ha pasado ni media- Di algo, por favor, levántate y mira el teléfono, quizás te ha llamado. No ha llamado. Me estoy muriendo, y tengo miedo, debería ir a urgencias pero no creo que pueda levantarme. Si cierro los ojos quizás me quedo dormida y cuando me despierte estoy más despejada - ¿y si me muero durmiendo? Casi un alivio- 21.50
Debería coger el teléfono. He perdido toda la energía que había conseguido para alargar el brazo, coger el teléfono y confirmar lo que ya sabía. No ha llamado. Me dejo caer del todo de nuevo, iba a comer algo pero para qué, solo va a hacerme sentir peor después. Sé que estoy siendo dramática, debería darme igual, igual que yo no le importo a él.
No sé qué es lo que he hecho para que no me quiera, sé que no soy la más divertida, ni la más inteligente. Por supuesto, no soy la más guapa. ¿Te fijaste en cómo te acarició el hombro el otro día? Si le gustases, hubiese sido más cercano. Hace unos meses ¿te acuerdas cómo se despedía de ti? Aún cuando no habíamos llegado a ser nosotros.
Vuelvo a sentir que me estoy muriendo. Si pudiera ver mis pulmones, creo que los vería del tamaño de una nuez. No me llega el aire. No respiro no respiro no respiro.


Sufres de paranoias, ¿acaso has visto cómo es cuando está contigo? ¿cómo te va a dejar, no ves que eres lo único que le importa? cómo te mira, cómo te toca la cara, cómo te dice que te adora.
Es tanto, tanto que duele.
No me creo que pueda vivir de otra manera que no sea esta, es seguramente la vez que más feliz haya sido, y sólo le necesito a él- su voz, sus manos, creo que es la única persona que me importa.

Puedo sentir cómo está a punto de acabar, esto sólo durará lo que él quiera que dure, seguramente hasta esta noche, cuando cojamos el metro en direcciones opuestas. Entonces, podrá pensar con claridad; entonces, podrá hacer como si no existiera. 

No me importa qué es lo que hagamos, a donde vayamos. Él decide todo, yo me dejo guiar.
Mientras calientes tus manos con las mías, y me sonrías con vergüenza cuando te insinúo que, al final, siempre acabas volviendo. Mientras me sigas contando cuáles son tus películas favoritas, cuál es el último guión que has tenido que aprenderte, y me lleves a comer donde acordemos. Y me regales collares que has tallado tu -lo he perdido, perdona- mientras te acuerdes de mi cuando nos separa el océano, y un mar.

Mientras pueda verte, aunque sea una vez cada dos semanas, o más, no me importa. Con tal de verte, de no perderte, puedo aguantar que te vayas todo el tiempo que quieras. Puedo aguantar que me llames sólo cuando a ti te apetezca, y que te acuerdes de mi sólo cuando ves mi nombre en la pantalla. Solo te permites decir que me echas de menos cuando estás borracho.
Y aún con todo, te espero, porque estar contigo es todo un cambio de rutina.
Quizás no quieres conocerme, y no me extraña: no creo que soportes estar enamorado, no creo que te soportes a ti mismo; no quieres implicarte en algo que te sobrepasa, y sabes que yo seré demasiado pesada.
No me importa, la Tierra se parará hasta que vuelvas, yo me quedo en la cama hasta que vuelvas, las flores se regarán solas hasta que vuelvas, y ni ellas ni yo necesitaremos aire hasta entonces.

Mejor no me conozcas. Estoy segura de que si supieras exactamente cómo me siento, no volverías nunca más. No te compensaría. En el fondo, creo que lo sabes. Pero no me dejas quedarme, y no terminas de dejarme ir. No creo que aguante mucho más.

Ahora, años después, leo los versos de Toni Morrison.
¿Podrías realmente amar a alguien que no fuera nada sin ti? ¿Realmente quieres a alguien así?

Comentarios

Entradas populares de este blog