Los cajones de mi casa
Desde pequeña me gusta hurgar en los cajones de mi casa cuando no hay nadie
me gusta ver todo tipo de cosas que guardan mis padres, que guardaban mis hermanas,
cosas que nadie me contaba y que los objetos desvelan sin quererlo
más sinceramente que las palabras
Quizás de esto saqué mi imperturbable costumbre de guardar tonterías como recuerdos
tickets de cines, de bares, publicidad que me dieron en la calle aquel día mientras paseábamos por el Paseo del Prado, las pulseras y pendientes que me compraba a juego con mi mejor amiga del instituto y que ya no uso, el ticket del metro de aquella vez que fui a tu casa, cuadernos y diarios por supuesto, dibujos, viejos poemas
Quien no habla guarda cosas como tesoros que atestigüen su vida no escuchada
He conocido a mi familia por los cajones de mi casa, cuando era una cría, porque siempre me acompañó el sentimiento de desconocimiento hacia ellos, tan profundo, que quizás sólo era la proyección del hecho de que ellos no me conocían a mí, precisamente, porque yo no hablaba nada.
Deberían haberme dicho muchas cosas, quizás deberían haber sabido verme mejor, pero yo siempre tuve los ojos demasiado grandes, mucha imaginación, curiosidad, y la imperturbable manía de guardarme todo, principalmente, las palabras.
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