mares, muelles, puertos y piedras en los ojos

Te empecé a olvidar en el paseo marítimo de Kalarand,
en los muelles de Linnahalli, en el puerto de Patarei.
Estando allí sabía que no volvería a verte,
pero recogí piedras de la playa para llevarte.
 
Recordaba tu estantería, en frente de la cama,
donde posaban un puñado de figuras de madera tallada,
y piedras de imaginaria forma.
Te gustaba coleccionar, así nunca perdías un recuerdo;
no te quedaste nada mío, quizás un dibujo -un arlequín, 
con doble máscara-

Recogí las piedras, sabiendo que no te las llegaría a dar.
No me ibas a dejar acercarme más, y no querrías recordarme así.
Yo también colecciono tus recuerdos -perdona, he perdido tu collar, 
ese que tallaste, pero aún tengo la postal de Punta Cana, la revista
de aquella exposición y una sola foto-

Me deshice de muchas cosas, incluso de la ropa que llevaba
algunos días que nos vimos, y de la que más te gustaba.
Me deshice hasta de mi pelo -no me habías conocido rubia, la
última vez que nos vimos, muchos meses después de
pasear por aquellas playas, debí parecerte una extraña-

Aún no sé por qué me acuerdo tanto de ti,
de aquella mañana a la orilla del mar Báltico;
al menos así puedo guardar los recuerdos en el papel,
y no cargar con ellos sobre los hombros.
Quiero pensar que nunca estuve realmente tan lejos.
Los dos somos de mar; tu de uno de verdad, eso
te lo concedo.

Comentarios

Entradas populares de este blog