/no-apetito/deseo (Octubre 19)

Texto un tanto extraño después de una clase de Shopenhauer. Sin duda, leer los escritos de Lacan y su escuela sobre la anorexia no es tan buena idea: te exprime el cerebro.

Sufro. Me hace daño sentir y desearía no hacerlo, porque le tengo miedo a todo: ser consciente de que amar es confiar, es entregarse, permitir la posibilidad de ser herido – el amor, como todo lo que habita, no es para siempre. Somos esclavos al habitar en la espera, en lo que está por llegar, en lo que no existe-
Me decidí a construir mi propia tierra, un paraíso: un paraíso inhabitado. Yo gobierno, y el tiempo no existe.
Pero sé que cuando traspaso los marcos de mi lienzo, la Tierra sigue girando; soy un ser que pertenece a ella. Mientras así sea, no quiero sentir tanto – sólo quiero existir en mi paraíso, no quiero saber que hay una falta en mí, un anhelo en mí que nunca se va a colmar, un vacío -esto sí- irremediablemente eterno. Necesito de todo aquello que se asemeje a saciar mi anhelo, pero nada es suficiente. El constante choque entre expectativa -lo no habitado- y la realidad -lo que habito- me destroza.

No quiero sentir. No quiero querer sentir o no sentir. No quiero necesitar nada, ni nadie. No quiero nada. 

Pero el corazón y el instinto no conocen ningún tipo de ataraxia, o de anhedonia. Por mucho que no quiera, acabo rogando un (g)roce al mundo real. Necesito un nuevo gobierno en mi paraíso. Será el único reino.
Voy a cortar todo tipo de acceso, voy a demostrar que puedo existir sólo en él, donde nadie me alcanza -me toca, me desea- ni deseo; estoy muy lejos. Mi poder reside en el auto control más estricto, y fijaos: soy tan poderosa que puedo controlar mis anhelos más carnales y mundanos. Puedo controlar cuánto me implico en el gobierno de otros; puedo controlar mi eficacia; puedo controlar mis horas de sueño, los cigarros que me fumo; controlo mi expresión, según lo que quiera conseguir, porque soy una gran farsante, he tenido que aprender a conocer a los humanos a la perfección -tengo que anticiparme al dolor- He centrado mi vida en la inflación de mí misma como sujeto racional, cuyo único propósito es el gobierno de la razón.
Un eudemonismo radical – si hace falta dedicar la vida a la búsqueda de su negación, lo haré, si me asegura la independencia última como sujeto.
El paraíso funciona, pero la latencia del anhelo, del vacío, sigue ahí, pese a sentir un poder como nunca antes había sentido. Necesito encarnar el poder.
Dejaré de ser humana, y me convertiré en pura entelequía. Seré el vacío que me daña, el anhelo que me desvela, seré la nada. Seré aquello que habita entre el deseo y el objeto deseado.

No soy nada. No soy herida. No soy devorada. Seré la falta, seré el vacío que deja.

Aquello que no se posee, y por ello, se desea. Seré aquello que habita en el deseo: soy irreductible a un objeto que desear, que poseer -que tocar- Aquello imposible de alcanzar.
Me he disuelto en el funcionamiento del mundo, y ya no puedo sufrir, porque no puedo anhelar: soy en el anhelo mismo. Yo controlo mi imperio, mi imperio de ataraxia, y veo desde mi palacio cómo los humanos naufragan en su débil voluntad humana, mientras respiro la brisa marina desde mi superioridad etérea.

Yo no me hundo, yo no soy mi cuerpo.

Comentarios

Entradas populares de este blog